Conrad Murray, el médico de Michael Jackson, fue declarado culpable de homicidio involuntario a principios de noviembre, después de varias semanas de juicio y sólo unas horas de deliberación.
El facultativa consideró que Conrad violó todos los códigos de la ética médica y quebró la confianza entre paciente y médico al administrarle una potente dosis del narcótico conocido como propofol, cuyo destino último es el uso como anestésico en los quirófanos.
Tres semanas después de la condena, el médico ha sido sentenciado a la pena máxima de cuatro años de prisión por el homicidio del cantante.
Los familiares de Jackson han celebrado esta condena, aunque siempre dejando claro que en ningún caso buscaban venganza, sino justicia por el fallecimiento del artista.
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